¿Te imaginas
estar agitando durante una hora una garrafa de nieve? Solo personas con amor al
arte lo hacen. Hacer nieve de garrafa es considerado algo artesanal por su
elaboración cien por ciento manual; el artesano hace la nieve con sus manos y
le pone creatividad a los sabores.
La historia
de las nieves de garrafa comenzó con los italianos desde la época colonial. En
aquel entonces la nieve se elaboraba en garrafas y cubetas de madera, el
contenido se batía con una manivela y la nieve pegada en los bordes se retiraba
con una pala. Actualmente el procedimiento es el mismo y para que sean
originales todos los ingredientes deben de ser cien por ciento naturales. Esta
tradición prevaleció en el estado de Jalisco, donde puedes encontrar todavía
locales de nieve de garrafa, como el popular parque Morelos en el centro de
Guadalajara, con más de diez locales a sus alrededores que venden nieves
raspadas y de garrafa.
En
Xochimilco, México hay una feria anual de la nieve de garrafa donde puedes
encontrar sabores exóticos como serpiente de cascabel y nopal. Pero lo más
importante para que esta tradición siga viva es el auténtico sabor natural. Su
consistencia no es grasosa y los sabores son en su mayoría frutas de temporada,
por lo cual es totalmente saludable.
Al inmigrar
a otro país muchas veces nos es imposible traer nuestras tradiciones. La buena
noticia es que cada vez más Latinos comienzan sus negocios basados en sus
propias tradiciones. Luis Abundis es un ejemplo de ello, y ahora él vende
nieves artesanales de garrafa en la plaza de Fruitvale en Oakland.
Originario
de Jalisco, Luis comenzó trabajando en su adolescencia en las neverías del
parque Morelos en Guadalajara. Sus jefes, descendientes de italianos, se habían
dedicado al negocio de las nieves por generaciones, y fue de ellos donde
aprendió el oficio. Cuando Luis llegó a Estados Unidos empezó con un carrito de
raspados, después una camioneta de helados y ahora tiene su propio local. Su
negocio, “Nevería Cinco de Mayo” lo empezó ofreciendo ocho sabores de nieve y
actualmente vende hasta 25 sabores.
Luis
comienza su día a las cuatro de la mañana, él dice que disfruta de su trabajo y
sobre todo está orgulloso, porque está manteniendo una tradición viva. Cuando
la gente le dice lo rico que están las nieves, él sabe que su trabajo vale la
pena.
Santiago
Davila de 48 años y residente de San Leandro, comenta que le dio gusto saber de
la existencia de un local de nieves de garrafa, porque las nuevas generaciones
no las conocen. “La mayoría de los inmigrantes mayores conocen este tipo de
nieve, sobre todo los de Guadalajara, donde es famosa. Yo soy de Guadalajara y
me da gusto que ahora mis hijos disfruten de estas nieves naturales.”
Los sabores
más populares son los de limón, vainilla y elote, pero también hay sabores inusuales
como hierbabuena, queso, arroz, ajo, canela, calabaza, chongos, aguacate y pétalos
de rosa.
Esther
Hernández de Oakland, ha probado varios sabores en el puesto de Cinco de Mayo,
“yo ya probé la nieve de queso, la de pétalos de rosa y la de pistache, todas
saben sabrosas pero mi favorita es la de nuez. Me gustan estas nieves porque su
consistencia no es grasosa, no tienen tanta calorías como el “ice cream” de
aquí, su sabor es auténtico y tiene más valor porque es hecha a mano.”
Sus clientes
son tanto Latinos como estadounidenses, pero los Latinos se sienten más en casa
cuando saborean una nieve de garrafa sabor arrayán, o una de rompope. Esta es
una excelente oportunidad para saborear con nuestros hijos un poquito de esta
tradición, con la ilusión de que el sabor se quede en ellos y perdure.
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