Barrancas del Cobre... La estación (a la que también se puede llegar en automóvil) se ubica a 2,400 metros sobre el nivel del mar, junto a la Barranca del Cobre, que aquí alcanza cerca de 1,500 metros de profundidad; abajo corre un río que algunos mapas llaman “San Ignacio” a tan sólo 900 metros sobre el nivel del mar. El Chepe normalmente hace una parada larga para que los viajeros tengan tiempo de bajar los escalones que los llevan al primer mirador, sobre el despeñadero, y disfrutar ahí de la espectacular vista. Sin embargo, los 20 minutos del receso no son suficientes para disfrutar todo lo que hay aquí. Adyacente a este mirador está el Parque de Aventura Barrancas del Cobre, que ofrece media docena de opciones más para ver y gozar con la adrenalina a tope la belleza de las barrancas. El servicio más tranquilo es el del teleférico, para todo público.
Basaseachi… La Cascada de Basaseachi da inicio a otro de los impresionantes cañones chihuahuenses, llamado Barranca de Candameña. Los ríos de esta barranca se alimentan del río Mayo, de modo que no están conectados al sistema de las Barrancas del Cobre, que pertenece a la cuenca del río Fuerte. Por siglos se pensó que Basaseachi era la caída de agua más alta del país, pero en 1995 se descubrió a sólo 8 km de ahí, sobre otro despeñadero de la barranca de Candameña, otra cascada de casi el doble de altura. Ésta, ubicada en el Cerro de la Corona, alcanza 453 metros de altura de modo que es la número once del mundo, pero sólo lleva agua en temporada de lluvias.
Batopilas... Su reciente nombramiento como Pueblo Mágico lo convierte en una visita obligada en su paseo por las Barrancas del Cobre. Es un pueblo antiguo y legendario; por su plata fue considerdado el verdadero tesoro de la Sierra Madre. Hoy lo es por su enorme encanto y su ubicación, localizado al fondo de la barranca homónima, a medio día de Creel. Batopilas mantiene su aire de pueblo de antaño, con sus casitas alineadas sobre una calle paralela al río, su templo, su plaza y su diminuto parque. Como a Urique, su ubicación en lo profundo de la barranca (a sólo 650 metros sobre el nivel del mar) le da un microclima cálido donde abundan las flores y crecen cítricos, guayabas y aguacates. Si hacen falta pretextos para emprender una caminata por Batopilas y sus alrededores, se puede ir a ver la mansión de ladrillo rojo de Alexander Sheperd. O mejor aún, ir a Satevó, 8 km al sur, donde los jesuitas edificaron una iglesia misional, una de las más bellas de Chihuahua, entre 1760 y 1764, que ahora se levanta solitaria, sin comunidad visible a su alrededor.
Fuente: www.ah-chihuahua.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario